UN PASO ATRÁS
La chapuza, cuando no la dudosa legalidad, es la marca distintiva del Consell que preside el señor Camps. La una nueva área de salud denominada Elx-Crevillent surge sin que como se pueda alegar contra algo que según la propia Conselleria abrirá sus puertas en unos meses. Qué se apuestan a que sufre algún retrasillo más. Cómo es posible adjudicar un servicio público que afecta a más de 130.000 personas antes de que este ni tan siquiera exista. Qué ocurre con los vecinos de Elche, Aspe, Crevillente o los Hondones que no quieren que se les desplace de su área sanitaria a otra nueva de gestión privada. Qué se tendría que hacer con un hospital que está casi finalizado y que pertenece a una empresa privada a la que la Conselleria de Sanidad ha embarcado en esta aventura. Dónde quedan los derechos de los ciudadanos a los que se les dice, diga lo que usted quiera porque nosotros vamos a hacer lo que nos de la gana. Se ha empezado la casa por el tejado, primero se da la gestión de nuestra salud a una empresa privada, que como todas las empresas tienen como objetivo ganar dinero, y después se nos pregunta qué nos parece. No sé a ustedes, pero a mi me parece mal.
Me parece mal que se tenga tanta prisa por construir hospitales privados mientras que los nuevos centros de salud públicos se presupuestan cada año, y cada año se aplazan para el siguiente. En el caso de Aspe es todavía peor se nos engaña y se nos pone la zanahoria delante como a los burros para que sigamos tirando del carro, para que aguantemos lo que no es soportable con la esperanza del premio que nunca llega. No hay dinero para que más de 120.000 alicantinos tengan un centro en el que ser atendidos, pero si lo hay para pagar un aval de 74 millones de euros al Valencia, o para pagar muchos millones de euros por una carrera de Formula1 en Valencia (no se puede saber cuanto porque el Consell dice que hay una cláusula del contrato que les impide hacer publico cuanto se paga). Increíble. Alguien dice que por contrato privado los valencianos no podemos saber en qué se gasta nuestro dinero, debe ser que tiene más rango el dichoso contrato que la Constitución, el Estatuto o las Ley de contratos.
Me parece muy mal que cada vez se gaste más el dinero público, el de todos nosotros, en concertar servicios sanitarios con operadores privados, en muchas ocasiones a precios desorbitados, mientras la partida de gastos de funcionamiento de la sanidad pública se reduce en los presupuestos autonómicos. Luego no es de extrañar que los ciudadanos se quejen de la sanidad pública y miren de buen grado la privada. Claro que estoy por conocer a alguna persona que haya sido derivada a la sanidad privada para que le atiendan de una enfermedad crónica, o de enfermedades importantes que requieren tratamientos caros y prolongados, eso para la pública. Para la privada pruebas diagnosticas y operaciones sencillas, sin postoperatorios que vayan más allá de unas horas, y bien pagados. El resultado es obvio, en la sanidad pública uno se encuentra con muchas colas, pacientes ingresados con enfermedades muy graves, falta de medios y médicos, esperas prolongadas, un panorama desolador que sólo se ve paliado por el excelente trabajo que realizan los profesionales de la sanidad, una labor casi titánica a juzgar por los medios de los que disponen. Por otro lado, cuando a uno le envían a un centro privado para alguna prueba lo que ve son salas de espera con suelos de mármol, una excelente decoración con cuadros firmados originalmente por sus autores, y no hay colas porque allí no puedes ir cuando te sientes mal sino cuando ellos te llaman.
Me parece inaceptable que la Comunidad Valenciana por sexto año consecutivo haya ocupado el último lugar nacional en cuanto a funcionamiento sanitario. Tenemos el dudoso honor de ser la Comunidad que peor trata a sus pacientes. La media de camas por paciente en España es 3,5 por cada mil habitantes; en la Comunitat, de 2,7; en Alicante de 2,5. El informe viene a denunciar que las comunidades a la cola en la sanidad son gobernadas por el PP: Madrid, Valencia y Murcia. Los gobiernos del Partido Popular no se caracterizan por su creencia o apoyo al sistema sanitario público, apuestan por el privado. La conclusión es evidente, a tenor de los resultados, la sanidad privada no funciona porque donde se apuesta por el modelo privado la calidad y la atención baja. Los consejeros autonómicos deben de garantizar que el dinero que piden al Estado para la sanidad se dedica realmente a ésta, y no a otros eventos a mayor gloria de los dirigentes de PP.
No se si servirá de algo presentar una alegación contra la nueva área sanitaria y el sistema de gestión privado elegido por la Generalitat, pero al menos creo que es un deber moral denunciar que las cosas no se pueden seguir haciendo tan mal. Es necesario denunciar, alto y claro, los atropellos que estamos sufriendo los ciudadanos de esta Comunidad desde las instituciones públicas gobernadas por el PP. Si no es posible hacerles cambiar de opinión para que antepongan los intereses de los valencianos a los personales, al menos si podemos cambiarlos a ellos. Como dice el líder de los socialistas, Jorge Alarte, el cambio es posible. Obama ya lo ha hecho en Estados Unidos, acaba de aprobarse una reforma sanitaria para universalizar el tratamiento sanitario a todo el mundo, y nosotros también PODEMOS.
La chapuza, cuando no la dudosa legalidad, es la marca distintiva del Consell que preside el señor Camps. La una nueva área de salud denominada Elx-Crevillent surge sin que como se pueda alegar contra algo que según la propia Conselleria abrirá sus puertas en unos meses. Qué se apuestan a que sufre algún retrasillo más. Cómo es posible adjudicar un servicio público que afecta a más de 130.000 personas antes de que este ni tan siquiera exista. Qué ocurre con los vecinos de Elche, Aspe, Crevillente o los Hondones que no quieren que se les desplace de su área sanitaria a otra nueva de gestión privada. Qué se tendría que hacer con un hospital que está casi finalizado y que pertenece a una empresa privada a la que la Conselleria de Sanidad ha embarcado en esta aventura. Dónde quedan los derechos de los ciudadanos a los que se les dice, diga lo que usted quiera porque nosotros vamos a hacer lo que nos de la gana. Se ha empezado la casa por el tejado, primero se da la gestión de nuestra salud a una empresa privada, que como todas las empresas tienen como objetivo ganar dinero, y después se nos pregunta qué nos parece. No sé a ustedes, pero a mi me parece mal.
Me parece mal que se tenga tanta prisa por construir hospitales privados mientras que los nuevos centros de salud públicos se presupuestan cada año, y cada año se aplazan para el siguiente. En el caso de Aspe es todavía peor se nos engaña y se nos pone la zanahoria delante como a los burros para que sigamos tirando del carro, para que aguantemos lo que no es soportable con la esperanza del premio que nunca llega. No hay dinero para que más de 120.000 alicantinos tengan un centro en el que ser atendidos, pero si lo hay para pagar un aval de 74 millones de euros al Valencia, o para pagar muchos millones de euros por una carrera de Formula1 en Valencia (no se puede saber cuanto porque el Consell dice que hay una cláusula del contrato que les impide hacer publico cuanto se paga). Increíble. Alguien dice que por contrato privado los valencianos no podemos saber en qué se gasta nuestro dinero, debe ser que tiene más rango el dichoso contrato que la Constitución, el Estatuto o las Ley de contratos.
Me parece muy mal que cada vez se gaste más el dinero público, el de todos nosotros, en concertar servicios sanitarios con operadores privados, en muchas ocasiones a precios desorbitados, mientras la partida de gastos de funcionamiento de la sanidad pública se reduce en los presupuestos autonómicos. Luego no es de extrañar que los ciudadanos se quejen de la sanidad pública y miren de buen grado la privada. Claro que estoy por conocer a alguna persona que haya sido derivada a la sanidad privada para que le atiendan de una enfermedad crónica, o de enfermedades importantes que requieren tratamientos caros y prolongados, eso para la pública. Para la privada pruebas diagnosticas y operaciones sencillas, sin postoperatorios que vayan más allá de unas horas, y bien pagados. El resultado es obvio, en la sanidad pública uno se encuentra con muchas colas, pacientes ingresados con enfermedades muy graves, falta de medios y médicos, esperas prolongadas, un panorama desolador que sólo se ve paliado por el excelente trabajo que realizan los profesionales de la sanidad, una labor casi titánica a juzgar por los medios de los que disponen. Por otro lado, cuando a uno le envían a un centro privado para alguna prueba lo que ve son salas de espera con suelos de mármol, una excelente decoración con cuadros firmados originalmente por sus autores, y no hay colas porque allí no puedes ir cuando te sientes mal sino cuando ellos te llaman.
Me parece inaceptable que la Comunidad Valenciana por sexto año consecutivo haya ocupado el último lugar nacional en cuanto a funcionamiento sanitario. Tenemos el dudoso honor de ser la Comunidad que peor trata a sus pacientes. La media de camas por paciente en España es 3,5 por cada mil habitantes; en la Comunitat, de 2,7; en Alicante de 2,5. El informe viene a denunciar que las comunidades a la cola en la sanidad son gobernadas por el PP: Madrid, Valencia y Murcia. Los gobiernos del Partido Popular no se caracterizan por su creencia o apoyo al sistema sanitario público, apuestan por el privado. La conclusión es evidente, a tenor de los resultados, la sanidad privada no funciona porque donde se apuesta por el modelo privado la calidad y la atención baja. Los consejeros autonómicos deben de garantizar que el dinero que piden al Estado para la sanidad se dedica realmente a ésta, y no a otros eventos a mayor gloria de los dirigentes de PP.
No se si servirá de algo presentar una alegación contra la nueva área sanitaria y el sistema de gestión privado elegido por la Generalitat, pero al menos creo que es un deber moral denunciar que las cosas no se pueden seguir haciendo tan mal. Es necesario denunciar, alto y claro, los atropellos que estamos sufriendo los ciudadanos de esta Comunidad desde las instituciones públicas gobernadas por el PP. Si no es posible hacerles cambiar de opinión para que antepongan los intereses de los valencianos a los personales, al menos si podemos cambiarlos a ellos. Como dice el líder de los socialistas, Jorge Alarte, el cambio es posible. Obama ya lo ha hecho en Estados Unidos, acaba de aprobarse una reforma sanitaria para universalizar el tratamiento sanitario a todo el mundo, y nosotros también PODEMOS.
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