ENMARCA O PIERDE
De un tiempo a esta parte se está difundiendo entre los progresistas la idea de que no conviene esforzarse en articular nuestros valores y principios, ni en difundir la visión progresista, porque las cosas van tan mal para los conservadores que ellos solos se autodestruirán. Proceder de esta manera es un tremendo error. Sabemos que el cerebro cambia más radicalmente en circunstancias traumáticas que en circunstancias normales. Pero la cuestión es: ¿en qué dirección se producirá el cambio? ¿Cómo quedará enmarcado el trauma? Y, ¿quién lo enmarcará? Si los progresistas no dicen nada cuando las políticas conservadoras hayan provocado el desastre, serán los conservadores quienes enmarquen el desastre, y es seguro que no lo enmarcarán como un fallo de su filosofía conservadora. Distorsionarán la naturaleza de las causas y echarán la culpa a los progresistas. Pero si consiguen echar la culpa a los progresistas, los conservadores tendrán otras opciones. Recordemos sus distintas respuestas a las diversas crisis que han provocado: nos equivocamos, pero la intención era buena; fue un error táctico; nadie lo podía haber previsto (Aznar, guerra Irak); se hizo todo lo que se pudo (Rajoy, Prestige); hubo interferencias que estamos eliminando (la oposición sindical al decretazo)… Pueden asumir que hubo incompetencia, y limitarse a sustituir a los incompetentes por personas aparentemente más competentes. También han argumentado que no han sido lo suficientemente conservadores, de modo que han remarcado el problema en términos aún más conservadores (El mercado laboral hay que regularizarlo de acuerdo con sus criterios, ej. despido libre, sino no se generará empleo). Pero si un coro coherente y efectivo de voces progresistas logra hacerse oír, los conservadores no podrán volver a enmarcar los problemas y salvarse de la derrota. Por eso no podemos estar callados. Cuando la filosofía conservadora provoca algún desastre (crisis financiera mundial), los progresistas tenemos que hacer hincapié en ello, gritarlo por todo lo alto, contar con portavoces que lo denuncien por todas partes y lo repitan hasta que quede grabado en los cerebros de la gente y se convierta en un asunto de permanente debate público. Cuando hay unas victimas (la gente corriente), unos villanos conservadores (bancos) y unos héroes progresistas (Zapatero), debe quedar claro quién es quién. La técnica de repetir unas mismas palabras para expresar una idea es efectiva. ¡La persistencia es la clave!
NOTA: Esta es una reflexión que en el 99% hace Lakoff, únicamente que contextualizándolo en España en el momento actual.
Puntos de reflexión. Manual del progresista. George Lakoff
De un tiempo a esta parte se está difundiendo entre los progresistas la idea de que no conviene esforzarse en articular nuestros valores y principios, ni en difundir la visión progresista, porque las cosas van tan mal para los conservadores que ellos solos se autodestruirán. Proceder de esta manera es un tremendo error. Sabemos que el cerebro cambia más radicalmente en circunstancias traumáticas que en circunstancias normales. Pero la cuestión es: ¿en qué dirección se producirá el cambio? ¿Cómo quedará enmarcado el trauma? Y, ¿quién lo enmarcará? Si los progresistas no dicen nada cuando las políticas conservadoras hayan provocado el desastre, serán los conservadores quienes enmarquen el desastre, y es seguro que no lo enmarcarán como un fallo de su filosofía conservadora. Distorsionarán la naturaleza de las causas y echarán la culpa a los progresistas. Pero si consiguen echar la culpa a los progresistas, los conservadores tendrán otras opciones. Recordemos sus distintas respuestas a las diversas crisis que han provocado: nos equivocamos, pero la intención era buena; fue un error táctico; nadie lo podía haber previsto (Aznar, guerra Irak); se hizo todo lo que se pudo (Rajoy, Prestige); hubo interferencias que estamos eliminando (la oposición sindical al decretazo)… Pueden asumir que hubo incompetencia, y limitarse a sustituir a los incompetentes por personas aparentemente más competentes. También han argumentado que no han sido lo suficientemente conservadores, de modo que han remarcado el problema en términos aún más conservadores (El mercado laboral hay que regularizarlo de acuerdo con sus criterios, ej. despido libre, sino no se generará empleo). Pero si un coro coherente y efectivo de voces progresistas logra hacerse oír, los conservadores no podrán volver a enmarcar los problemas y salvarse de la derrota. Por eso no podemos estar callados. Cuando la filosofía conservadora provoca algún desastre (crisis financiera mundial), los progresistas tenemos que hacer hincapié en ello, gritarlo por todo lo alto, contar con portavoces que lo denuncien por todas partes y lo repitan hasta que quede grabado en los cerebros de la gente y se convierta en un asunto de permanente debate público. Cuando hay unas victimas (la gente corriente), unos villanos conservadores (bancos) y unos héroes progresistas (Zapatero), debe quedar claro quién es quién. La técnica de repetir unas mismas palabras para expresar una idea es efectiva. ¡La persistencia es la clave!
NOTA: Esta es una reflexión que en el 99% hace Lakoff, únicamente que contextualizándolo en España en el momento actual.
Puntos de reflexión. Manual del progresista. George Lakoff
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